lunes, 29 de agosto de 2011

que no me suelte la vida





Y que no me suelte la vida, que no me suelte...

las plantas de los pies sobre la hierba,

la espalda acariciada por el llano

que nunca conocí sin conocerte.

Quiero volverme agua, caballo viejo,

para que no me suelte la vida, 

que no me suelte,

y penetrar, amor, por las cavernas

donde fluir sin desbocarme de tu cauce.

Pero que no me suelte la vida, que no nos suelte,

ahora que el hogar está tan cerca

y el grito del tuareg me está diciendo:

" dejaste de ser nómada, respira".

Siento que me nace la mañana

entre la hierbabuena de tu boca,

olor de mi café y de tu mate:

llanera andina, ven, y no me sueltes.




lunes, 22 de agosto de 2011

altas nubes


Porque las nubes están tan altas tiemblas
y tienes el vértigo de  una niña pequeña asomada a la barandilla.
Con un ojo fijado en el suelo y el otro pendiente de un cirro
tiemblas
haciéndote dueña de todos los estrabismos.
¿dónde estarán los aviones –dirás- ,
dónde 
el mágico carro levándome ahora 
para que no me caiga?
Te quedarás inmóvil pensando: 
un ojo en el suelo, el otro en un cirro.

Y envolverás despacio 
la duda como sagaz tanguera
el espanto 
lo cerrarás con fuerza
y las ganas 
desplegarán a oscuras
el miedo
para  después a solas
averiguar que eres la yegua alada

bailando.

lunes, 15 de agosto de 2011

Brokenmusic



Brokenmusic
Tal vez cuando estés listo para la música
todos los instrumentos estarán rotos.
Tal vez cuando estés listo para la libertad
tu corazón ya no podrá latir.
Tal vez cuando te brote la locura
hallarás lo que debes ver.
Tal vez si me muestras cómo implora el deseo
tocas una canción en mí menor
el lento río de alas revelará ante nosotros.
Pero tuvimos que llegar a esto.
Un violín roto, el corazón irresuelto,
una discusión con Jesús o Mahoma
-el exilio tiene sus tácticas-
Ahora una canción desafinada
cojeando alrededor del despertar de tu boca.

                              Nathalie Handal


nada es lo que parece


Descubro en el ladrillo un arma o una salida.
Nada es lo que parece.
Por ejemplo, si te digo lluvia,
tú puedes ver el éxtasis de tu mujer,
entreabiertas las piernas y la boca,
rezumando bolas de mercurio.
Yo veo esta lluvia de agosto que tanto me gusta,
el bochorno dejando humeantes a los turistas,
la crecida del río,
el deseo de parirme en cada estación procariota.
Y por ejemplo,
Si te digo viento… Si te digo viento,
Tú recordarás el Khamsin y no querrás regresar al desierto,
preferirás el turismo humeante,
esta ciudad,  bajo un agua de agosto
que rompe las piedras antiguas de las iglesias.
Habrás descubierto, a pesar de todo, que el ladrillo mata
…o ata. No entiendo la diferencia.
En cambio yo, si me dices viento,
imaginaré la Tramontana soplándome el norte.
Si me dices viento… o vientre
-lo mismo da-,
me inflaré como un globo de helio y explotaré
batiendo las olas del Mediterráneo.
¿Lo ves? Nada es lo que parece.
Nada es uno, impersonal, estático,
ni tú ni yo la diferencia,
aunque el ladrillo mate el deseo de volver al desierto
o al destierro del viento… lo mismo da,
al rincón más umbrío del ingenio.

sábado, 13 de agosto de 2011

nada regresa


Ya te lo dije, Mamá, ya te lo dije.
Nada regresa: ni el tiempo, ni la cuerda floja,
casi invisible, por donde me jugaba la vida
mientras gritabas: ten cuidado, no te caigas.
Ya te lo advertí antes de nacer
y tú ni caso, y yo ni caso. Que nada regresa, mamá,
nada regresa.
Y yo ni caso, ya me lo advertiste,
que si me caigo le sumaré heridas a la vida
y no podrás  curarme a mis 34. Yo tampoco
te salvaré de la artrosis, de los múltiples bastones
con los que golpeas la acera a falta de ausencias.
Y yo ni caso, Mamá, y tú ni caso.
Déjame nadar en lo profundo ahora que sabemos
que nada regresa, sólo por sentir que supe salir a flote,
sólo por ansiar la superficie.
Déjame nadar en lo profundo, si nada regresa,
ni siquiera el agua donde me ahogué,
ni siquiera el pis, las heces que me limpiabas de niña
y no supe agradecer.
Pero si no me hubiera ahogado en la piscina,
pero si no me caigo,
cómo iba a aprender que te dolía el orín
que recorría mis piernas,
cómo iba a escribirte este poema antes de morir
cómo iba a saber que nada regresa, Mamá,
que nada regresa,
ni siquiera las palabras: ten cuidado, no te pierdas.



LA PANDERETA DIJO (Primera edición)


¿Quién no ha renegado de sus musas o sus musos? (que de todo hay) por bailar la misma música que cotidianamente tocamos? La pandereta dijo es un desafío q todos los instrumentos, entre los que sobresale el ritmo familiar y desacompasado de una historia de amor no solicitada. El libro que tienes en tus manos esconde una realidad donde encuentro y deseo se van transformando en un juego de acróbatas en el que no se sabe cuándo y quién caerá primero.