Dijeron que no era cierto.
Podría quemar todos los periódicos
y hallar en la humareda la falsa
crónica.
Una bocanada para contaminar pulmones
sanos,
aún
de ingenuo aliento,
de frágil intención,
de adentro.
Dijeron que no era cierto.
Lo cierto es:
Podría quemar todos los periódicos y
hallar en la humareda la(s) falsa(s) crónica(s).
Sería posible cruzar el día hasta la
misma noche (puedo) como si fuera fácil.
Hay una orilla en todos los finales.
Pero este humo ¡ay! impone
-ay- bajo el susurro
aquella bocanada que contamina
pulmones sanos,
de ingenuo aliento aún, de voz
naciente.
La historia no está escrita, que no
está escrita, la verdadera historia no está escrita
y muy a mi pesar con tinta no, por
fuerza,
la historia verdadera entra.
Por eso,
podría quemar todos los periódicos
cruzar un día tras otro hasta la misma
noche como si fuera fácil inhalar historias verdaderas,
vivir la historia.
Lo cierto es
que a mí me salva cruzar un día
entero hasta la noche -y viceversa-
sabiendo que el amor no es un mercado
de falsas crónicas.