sábado, 22 de marzo de 2014

confesiones de una burguesa


Cuando era niña resultaba difícil ocultar mi total indiferencia a todo lo que me rodeaba. Indiferencia que solía interpretarse por los mayores como timidez, incapacidad mental o vete a saber qué. Simplemente había una barrera que no quería atravesar, más me aportaba el observar la erosión de las rocas que cualquier estúpida explicación adulta con irritante tono infantilizado. Pero mientras los demás crecían -y otros menguaban-, iban definiéndose posiciones frente al mundo. La mía, tan débil, distaba mucho de parecerse a ningún esquema presentado, y loca, como una peonza, giraba intentando encontrar respuestas. Nada. Aprendí quizás, que necesitaba de los otros, tarde o temprano terminé por buscar la aceptación, y como una contorsionista me doblegué para amoldarme a lo que se suponía debía ser. Me dolieron los huesos. Tantas eran las posiciones que debía tomar que hasta rasgué algún músculo. No, no podía pretender sentirme aceptada por todos ni que todos me gustaran. Después fui afianzando mi propio criterio, durante años me sentí capaz e inventé un universo a mi imagen con personas afines, mi tribu. Pero nada era propio, y sin ser consciente, había mucho de mentira en ello. Volví a ser peonza, y sin moverme del sitio, cavé la tierra, atravesé sus capas hasta que hallé la raíz. Tuve que regresar al origen para encontrarme.

Y no era tan importante.


viernes, 21 de marzo de 2014

primavera

Recuerdos:

i
en primavera también llueve
y la madera cruje.

ii
aún raíces arraigadas,
tierra seca,
bebe.

iii
se dilatan horas,
ramas,
a veces caen por el peso de las flores los cerezos.

iv

¿y cómo atreverse a hablar de lo solamente visto?

LA PANDERETA DIJO (Primera edición)


¿Quién no ha renegado de sus musas o sus musos? (que de todo hay) por bailar la misma música que cotidianamente tocamos? La pandereta dijo es un desafío q todos los instrumentos, entre los que sobresale el ritmo familiar y desacompasado de una historia de amor no solicitada. El libro que tienes en tus manos esconde una realidad donde encuentro y deseo se van transformando en un juego de acróbatas en el que no se sabe cuándo y quién caerá primero.